Los Diablos

Los Diablos

Autor: Joe Abercrombie

Temas: fantasía oscura, redención, camino, religión y política, mundo corrompido, criaturas, bestialidad.

Los Diablos es uno de esos libros que te deja pensando por semanas. La brutalidad que emanan sus páginas, a pesar de que pueda parecer lo contrario, es una epopeya poética y salvaje que sumerge al lector en una odisea donde la santidad y el pecado se confunden, donde cada paso deja una huella ensangrentada en los caminos de un imperio tan corrupto como fascinante. Acompañar al hermano Díaz en su descenso, o ascenso, según se mire, es como dejar atrás la luz de los vitrales de una santa iglesia para internarse en la espesura de una Europa medieval reinventada, donde lo arcano, lo monstruoso y lo profundamente humano se entretejen.

El autor no escatima detalles, eh, no esperéis un camino de flores. Cada escena se siente tan vívida que el papel parece transpirar hierro, lodo y ceniza. Bueno, y sangre. Sobre todo sangre. La narrativa gráfica, sin concesiones, convierte la lectura en una experiencia inmersiva, como si hubiésemos dado un paso al interior de las páginas. Y en ese viaje infernal, uno no puede evitar sentir cierta simpatía por ese hermano Díaz, de León, con apellido y origen compartidos los míos, como si el destino hubiese querido hacerme su cómplice en este viaje. Porque en un mundo donde la fe es un disfraz y la política un campo de batalla encubierto, Díaz se vuelve nuestro guía incierto, nuestro faro apagado.

Pero si Díaz lleva el peso de la misión, sus compañeros cargan el alma del relato. Todos tienen un fulgor particular, una chispa que los arranca del molde y los transforma en memorables. Está Baltazar, cuyas caídas y ascensos emocionales son absolutamente reales; está Solete, una elfa que, contra toda lógica del mundo ficticio que lo desprecia, logra colarse en el corazón del lector; pero, por encima de todos, está Vigga, esa mujer loba que no solo añade fuerza narrativa, sino que magnetiza cada escena en la que aparece. Vigga es la dinamita de esta historia. Su relación con Díaz, llena de tensiones, lealtades cruzadas y algo más que la novela insinúa con elegancia brutal, se convierte en uno de los ejes emocionales más potentes.

El tropo del camino (el viaje con un objetivo claro) puede parecer reiterado, casi una fórmula. Sin embargo, lo que convierte Los Diablos en una obra épica en el sentido más visceral del término es cómo subvierte esa estructura conocida. Aquí, el viaje no es redentor ni heroico: es un viacrucis que exige sangre, sudor y compromisos morales rotos. Rotísimos a decir verdad. Cierto es que algunas escenas de acción se extienden como si el tiempo se hubiese detenido, largas como una semana sin pan, pero incluso esas dilataciones tienen su sentido: ofrecen pausa, densidad, y un ritmo irregular que se ajusta al caos interno de sus personajes.

Los Diablos es una lectura que te sacude. Y lo logra con creces. Se mete bajo la piel, deja cicatrices, y al cerrar el libro uno no siente que ha terminado, sino que ha sobrevivido al camino junto a los personajes. Os puedo garantizar que pocos libros logran eso.