gente normal

Gente normal, de Sally Rooney, nos presenta a Marianne y Connell, dos jóvenes que comparten instituto pero no palabras. Él es popular; ella, una chica solitaria que se mantiene al margen. Todos saben que Marianne vive en una mansión y que la madre de Connell trabaja allí como limpiadora, pero nadie imagina que cada tarde, cuando sus mundos coinciden, comienza a forjarse entre ellos una relación torpe y llena de silencios que terminará marcando sus vidas.

La novela, descrita como una historia de fascinación mutua, de amistad y amor, se convierte en un retrato crudo y agridulce de lo que significa crecer, equivocarse y no terminar de encontrarse con la otra persona. Rooney acompaña a estos personajes magnéticos a lo largo de los años, en sus contradicciones, en sus malentendidos, y en esa línea fina que separa el amor del poder, el deseo de herir y ser herido, de amar y ser amado.

Mi experiencia con el libro ha sido intensa y muy distinta a lo que suelo leer. Me ha gustado mucho y, al mismo tiempo, me ha dejado con una sensación de vacío. Es de esos relatos que no necesitan nada fuera de lo común: es la vida misma, con su drama, sus relaciones y sus heridas abiertas. Tan real, que los personajes parecían mis amigos. A veces incluso me daban ganas de darles un par de collejas por sus decisiones inconscientes, y al mismo tiempo entendía tanto sus miedos, sus dudas y sus arrepentimientos que me resultaba imposible no empatizar.

Es cierto que tiene un alto contenido en escenas sexuales, y personalmente creo que no era necesario tanto; sin embargo, entiendo que está enraizado en la personalidad de los personajes y en su forma de relacionarse.

Una historia real, cruda y profundamente humana, que muestra cómo pasa la vida, cómo se acumula el arrepentimiento y cómo el amor, en ocasiones, es tan frágil y contradictorio como quienes lo viven.